Regalos de Navidad para escritores
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Regalos de Navidad para escritores

No queda nada de nada para el día D. Se acerca tan rápidamente como va a pasar, y nos dejará con una sonrisa en la cara, algún kilo de más y las ganas de que lleguen otras fiestas. Pero también nos dejará algunos regalos, que es la manera que tenemos de demostrar cariño durante estos días.

Este mes habrás visto por todas partes largas listas de regalos para hacer a todo el mundo. «Regalos para deportistas», «Qué regalarle al cocinillas» o «Haz feliz a tu friki esta Navidad». Y no tengo nada en contra de esos artículos. Al contrario, a veces me parecen divertidos y alguna vez saco ideas o se me crea una necesidad repentina con esas imágenes tan bonitas y la lista de bondades de todos los productos.

Entre los regalos para escritores suele haber libros, plumas, programas informáticos que te solucionan la vida, aparatos electrónicos, tazas, pijamas cómodos para escribir frente el ordenador, láminas con frases motivadoras, flexos para la mesa de trabajo… cualquier cosa que nos ayude a escribir más y mejor.

Pero creo que hay muchas cosas de las que nos olvidamos cuando escribimos esas larguísimas listas. Cosas más sencillas, más baratas e infinitamente más útiles. Por eso esta semana os traigo los que para mí son los mejores regalos que te puedes hacer a ti mismo, si eres escritor, o puedes intentar regalarle a alguien a quien quieres y que escribe.

  • Tiempo. Siempre me acuerdo de Rosa Regàs al aceptar el premio Planeta. En su discurso dijo que con el premio le daban algo más, le daban tiempo. Y es verdad. Nuestra profesión requiere tiempo. Da igual que sea para planificar todos los posts de tu blog, preparar los textos de tu web o escribir tu libro. Los escritores necesitamos tiempo. Tiempo a solas, tiempo garabateando ideas en una libreta, tiempo frente a la hoja en blanco, tiempo para releer, tiempo para corregir, tiempo para buscar un editor. Hagamos lo que hagamos, necesitamos tiempo. Y ese es el mejor regalo que te pueden hacer. Que alguien se ocupe de los niños dos tardes a la semana para que tú puedas escribir. Que el despertador te suene una hora antes. Que un fin de semana al mes puedas hacer un retiro de escritura. Es, quizás, el regalo más complicado, especialmente si tienes familia o un trabajo muy absorbente. Pero es un regalo factible. Un regalo que te puedes hacer tú o le puedes pedir a alguien que te haga.

 

  • Claridad. A veces creemos que no tenemos tiempo cuando en realidad lo que nos pasa es que no tenemos las cosas claras. No sabemos muy bien qué escribir ni por dónde empezar, o sencillamente no tenemos claro si somos escritores. Antes de empezar a desperdiciar tu valioso tiempo empezando la casa por el tejado, o construyendo toda una urbanización sin ton ni son, dedica un rato a poner los cimientos de tu labor. Piénsalo bien, esboza un plan de dominación mundial y ve paso a paso. Porque en cuanto tengas muy claro qué quieres hacer y hacia dónde vas a ir, verás que el resto de los problemas no son tan graves.

 

  • Concentración. Hay una frase que dice que puedes hacer cualquier cosa, pero no lo puedes hacer todo. Voy a confesar que yo al principio me rebelaba contra esa frase. «¿Cómo que no puedo? Que soy casi de Bilbao.» Pero lo cierto es que no, que no se puede, que si quieres hacer las cosas bien vas a tener que dejar algo. O varias cosas. A mí me costó horrores (y una crisis de ansiedad) decidirme, pero al final dejé tareas que me gustaban, pero que me suponían un estrés extra y mucho ruido mental. Porque no solo se trata del tiempo que te sacan las cosas. Muchas veces lo peor es la energía mental que les dedicas. Cuando tienes muchas cosas en la cabeza, aunque sean cosas fáciles y rápidas, te diluyes. Hay tanto movimiento en tu cabeza que no sabes cómo encontrar la pausa necesaria para escribir o para plantearte que quieres escribir. Así que regálate la capacidad de decir que no y de delegar. Deja asociaciones y responsabilidades. Delega las tareas que te gustaría aprender a hacer pero te llevan mucho tiempo. Pero delega también esas cosas que te sientes culpable de no hacer pero no siempre disfrutas. No pasa nada, no te sientas culpable. Y cuenta siempre hasta diez antes de decir que sí a las cosas. Piensa si puedes hacerlas. Piensa si quieres hacerlas. Piensa lo que vas a tener que sacrificar para hacerlas. Si quieres hacerle este regalo a alguien, acepta algunas de sus responsabilidades, deja que delegue en ti. Y ayuda a esa persona a decir más que no.

 

  • Constancia. Con lo bien que nos iría una elipsis en nuestra vida, decir «diez meses después» y tener nuestro libro terminado, cien mil seguidores en el blog y una sólida carrera, ¿no? Pero las cosas no van así. Hay que estar ahí todos los días, escribir o pensar, o garabatear sin pausa, insistir. Nos hace falta mucha perseverancia y no siempre la tenemos. Así que regálatela. Cómprate un calendario o una agenda y márcate todas las horas que vas a dedicar a tu vida como escritor. Ponte fechas límite en diferentes momentos. Prográmate avisos en el teléfono o en el ordenador. Da igual cómo lo hagas, necesitas esa constancia. También le puedes regalar una agenda marcada al escritor de tu vida y comprometerte a llamar todas las semanas o todos los meses para pedir los resultados. Nada mejor que saber que tienes que dar la cara ante alguien para ponerte las pilas.

 

  • Tolerancia. Porque somos perfeccionistas y tenemos mucho miedo de las críticas. Así que podemos eternizar el momento de la publicación o sencillamente el momento de la escritura. Nos da tantísimo pánico que preferimos pelearnos ad eternum con el texto, en un terreno que nos resulta conocido, a poner al alcance de todo el mundo el fruto de nuestro trabajo y recibir malas críticas. Necesitas tolerarte a ti mismo y tolerar a los demás. Aprender de las críticas constructivas y dejar de buscar la perfección en todo lo que haces. Entender que no tienes por qué gustarle a todo el mundo y que no hay nada de malo en que alguien no esté de acuerdo contigo. Y necesitas tolerar tus fallos y tus errores. La vida es un camino, no un destino, como decían Aerosmith, aunque estoy segura de que la frase es de otra persona que ahora mismo no encuentro. Y escribir es lo mismo. Es aprender todos los días. Mañana serás mejor escritor que hoy. Y dentro de dos años, todavía mejor. Si quieres hacer tú este regalo, sé un lector fiel y valora lo bueno y lo malo. No permitas que les resten importancia a los halagos. Y tampoco permitas que se hundan en la miseria con las críticas.

 

  • Espacio. Una habitación, pedía Virginia Woolf. Ojalá. También basta con un escritorio, un rincón en la habitación, un trocito de mesa. Si vas a tomarte esto en serio lo necesitas. Porque tendrás que estar ahí todos los días. Y ese espacio será tu lugar para escribir y crear. No te hacen falta cien metros cuadrados, con un poco de imaginación cualquier recurso vale, hasta una mesita plegable con ruedas. Pero que sea tu espacio de escribir. ¿Quieres regalar espacio? Libera ese cajón, esa parte de la mesa del despacho, esa esquina del trastero en la que guardas la bici que ya no usas. No importa dónde, pero todos necesitamos un pequeño espacio propio donde escribir.

 

Que tengas muy felices fiestas. Estoy impaciente por ver qué escribes con tus nuevos regalos.

4 Comments
  • Jose Salgado
    Posted at 15:24h, 22 diciembre Responder

    Lo fundamental es tiempo, el resto ya depende de tí mismo 🙂

    • Paula
      Posted at 09:32h, 30 diciembre Responder

      Yo creo que todo depende de ti mismo… Porque lo de no tener tiempo es una buena excusa que nos damos a nosotros mismos cuando queremos decir que no tenemos ganas o que tenemos miedo. Pero sí, una vez te haces el hueco, luego todo es más fácil.

  • Francisco Torpeyvago
    Posted at 21:11h, 23 diciembre Responder

    Si llevas razón en todo lo que dices, pero además se agradecería un bote de tinta para pluma color sepia. También me gusta hacerme granate con rojo y negro, pero no vale cualquier marca, que luego se corta, como la mayonesa.
    Venga, y un poquito de concentración, también.
    ¡Feliz Nacimiento de Mitra!

    • Paula
      Posted at 09:33h, 30 diciembre Responder

      Y un secador de tinta de madera. Y un secreter. Si es que a la que empezamos a pedir no paramos.

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