Cuando a alguien no le gustas
15558
post-template-default,single,single-post,postid-15558,single-format-standard,bridge-core-2.2.5,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode-child-theme-ver-1.0.0,qode-theme-ver-21.3,qode-theme-bridge,qode_header_in_grid,wpb-js-composer js-comp-ver-7.3,vc_responsive

Cuando a alguien no le gustas

No te hagas mala sangre, porque te va a pasar. Un día alguien te va decir que no le gusta lo que has escrito. Y puede que no sea así de educado cuando te lo diga. Quizás te diga que tu artículo, tu libro o tu traducción es una mierda. Que tú eres un imbécil indocumentado que no tiene ni idea de lo que habla. Que tu blog es una lista de sandeces o de obviedades. Que de qué vas.

Va a pasar. Tardará más o menos, pero pasará. Vas a recibir una crítica que además de mala sea cruel. Así que lo mejor que puedes hacer es prepararte lo antes posible para que no te pille desprevenido y a contrapié.

Vamos a empezar por lo más evidente, y es que para gustos, los colores. Es decir, tienes que partir de la base de que no, no le puedes gustar a todo el mundo. Es totalmente imposible. No hay manera de caerle bien a todas las personas que entran en tu web o que leen tus artículos. Si no lo consigue Ryan Goslin, tú tampoco. Eso es así.

Así que, punto uno, tatúatelo con sangre en la frente si hace falta: no les gustas a todos. Y no pasa nada. De hecho, es genial. Porque te libera de la responsabilidad de tener que escribir para todo el mundo. Vas a escribir solo para aquellos a los que les sirve y les gusta lo que escribes. Y los demás te dan todos igual. No gustarle a todo el mundo es, de hecho, una liberación absoluta.

Hace poco leí una frase de Elizabeth Gilbert que me encantó. Decía que lo que piense el público de su obra no es cosa suya, que ella ya tiene suficiente trabajo escribiendo como para encima preocuparse de cómo lo recibe el mundo. Y es que, una vez has acabado, has puesto el punto final y has lanzado tu texto al mundo, este pasa a tener entidad propia más allá de ti. Y no puedes controlar lo que le pasa ni cómo lo lee la gente, ni mucho menos las experiencias y situaciones de tus lectores.

Así que deja que los demás piensen lo que quieran. ¿Qué más te da?

Y es que, punto dos, tú no eres tu texto. Cuando alguien dice «este artículo es una mierda», es casi automático, pensamos que es un ataque personal, que nos están diciendo que nosotros somos una mierda como personas. Nos sentimos insultados y vulnerables.

Pero no tiene nada que ver contigo. No les ha gustado el texto, no es que te estén juzgando a ti, por mucho que te cueste separar una cosa de la otra. Respira hondo antes de lanzarte tú también al insulto y la descalificación. Lo único que están valorando, lo único que pueden valorar, es el texto. A ti ni te conocen. Tómatelo con cierta filosofía.

Porque lo más probable, punto tres, es que de repente te entre un ataque de inseguridad. Yo creo que escribir es una de las actividades que más inseguridad y síndrome del impostor producen, porque nadie te enseña a hacerlo.

Recibes una crítica mala o cruel y enseguida repasas todo lo que has hecho, te entran sudores fríos, te dices que ya sabías tú que no te podías lanzar así sin más, que por fin hay alguien que ha visto que en realidad no tienes ni idea de lo que estás haciendo.

Relájate. Solo es una persona haciendo un comentario desagradable. No sabes nada de ella. Ella no sabe nada de ti. Y ese comentario no tiene más peso que ningún otro, ni representa la opinión de las masas.

Internet tiene esa cosa del anonimato que a veces nos hace ser infinitamente más crueles de lo que seríamos en persona. Todos hemos pasado por ahí, por esa crítica un poco bestia a una persona que incluso nos cae bien, pero que en un momento de anonimato y cotilleo masacramos sin piedad. Pues bueno, hay gente que hace lo mismo en internet.

Una vez hayas acallado todas las vocecitas de tu cabeza y ya te dé igual el comentario, punto cuatro, léelo con tranquilidad. Repasa lo que dice, a ver si hay algún argumento, alguna observación que te pueda servir para mejorar. ¿Tiene razón en algún punto? ¿Hay algo que te haga pensar? Sácale jugo a las críticas negativas, aunque sean desagradables. Si les quitas todo lo que está ahí solo para joder, ¿queda algo? ¿Dice que el texto es demasiado sencillo? ¿Demasiado complicado? ¿Que está mal ordenado? ¿Que no argumenta bien? ¿Que no tiene en cuenta otro punto de vista?

¿Hay algo de razón en las observaciones? ¿Hay algo que te pueda servir para crecer, mejorar y aprender? Pues quédate únicamente con eso. Todo lo demás es paja, y, como te he dicho desde el principio, te tiene que resbalar. Lo que los demás piensen de tu trabajo no es cosa tuya. Lo único que importa es lo que pienses tú.

2 Comments
  • Ignacio de MIguel Diaz
    Posted at 07:31h, 18 febrero Responder

    Tienes toda la razón. En mi caso lo que más me duele no es por la calidad en si de lo escrito, si no porque cuando escribimos dejamos una parte de nosotros en lo que escribimos – materializamos algo intangible – y me parece que es una crítica a mi esfuerzo, pero es verdad que no merece la pena personalizarlo.

    • Paula
      Posted at 07:51h, 18 febrero Responder

      Exacto, lo has clavado, no vale la pena. Primero, porque nos hace dudar de nosotros mismos y no tiene por qué, y segundo, porque tenemos cosas más importantes que hacer con nuestro tiempo y nuestra energía.

      A mí me gusta mucho pensar eso, que lo que he escrito ya no es mío, que ya no soy yo. Mientras lo escribo sí, pero una vez sale de mis dedos, de mi teclado, de mi ordenador… pues ya no 🙂

Post A Comment