Nunca quise ser profesora como mis compañeras de clase. No iba mucho conmigo. Yo quería ser directora de cine, escritora o arquitecta.
Pero dar clase mola.
Di clases de inglés durante cuatro años, gestioné una comunidad en línea de alumnos durante tres y luego me lancé a hacer algunas pequeñas conferencias sobre traducción audiovisual.
Y eso me llevó a estar diez años dando clases de subtitulación en el Máster de Traducción Audiovisual de la UAB y tres años coordinando las colaboraciones con empresas.
Mantener el contacto con los alumnos, ver cómo ganan premios o compartir proyectos con ellos (o simplemente stalkearlos en Instagram y verlos felices) es un subidón importante. O a lo mejor es que tengo el gen madre bastante desarrollado y me pongo blandita cuando pienso en ellos.